martes, 1 de agosto de 2017

Misiones

Aprendí los colores de la selva.
Las ruinas del poder.
Conocí la cuna de la yerba mate.
Aprendí que los monitos y coatíes son confianzudos y vulnerables al entretenimiento humano.
Que la sencillez de los pueblos es más grande que la topetitud de las ciudades.
Que se vive más tranquilo.
Que la brecha entre la pobreza y la riqueza es mucha.
Que encanta la diversidad.
Que la naturaleza es hermosa
y el ser humano... la explota.

Fundamentalmente, agradezco este viaje, abuela. Porque fue un regalo tuyo que me dejaste disfrutar. Estoy segura de eso y te lo agradezco!
Te llevo en cada viaje.